Por Pegaso
Súmate a la campaña “Métete la pirotecnia por el culo”.
Esa frase la leí en una viñeta que subió un avispado amante de los animales a las redes sociales, sabedor del enorme daño que provocan las explosiones de cohetes y demás artilugios explosivos con los que suelen festejar los inhumanos seres humanos las fiestas de Navidad y Fin de Año.
Que si Cristo reviviera para ver cómo celebran su nacimiento, se volvería a morir del puro coraje.
La caricatura a la que hago referencia muestra a un tipo en cuclillas (agachado), encendiendo un cuete con un cerillo, mientras que detrás de él un perro hace lo mismo con otro cuete colocado en el trasero del sujeto.
Sobre este tema hay mucho de qué hablar.
La pirotecnia es una tradición nacional. Refleja la alegría y la algarabía por la celebración de un evento, principalmente de corte religioso.
En los pueblos pequeños es común que se utilice pirotecnia en las ferias o en los aniversarios.
La pólvora, base de todo tipo de juegos pirotécnicos, nació en China, allá por el Siglo IX.
Se trata de una mezcla deflagrante que se utiliza como propulsor de proyectiles en armas de fuego y con fines acústicos en los juegos pirotécnicos. Está compuesta de determinadas proporciones de carbón, azufre y nitrato de potasio.
La manera en que se encapsula, la cantidad y los agregados que se hacen, produce distintos efectos, desde luces multicolores y chiflidos hasta potentes estallidos que suelen confundirse con detonaciones de armas militares.
Para los pobres canes, sin embargo, es un suplicio.
El perro tiene el sentido del oído muy desarrollado, capaz de escuchar sonidos inaudibles para los humanos, es por ello que cualquier ruido estridente puede provocar alarma en el perro y alterar sus funciones fisiológicas,-según una definición que encontré en Google.
Siendo tan sensibles a las detonaciones potentes, algunos chuchos optan por esconderse bajo la cama o echarse en un rincón, llenos de miedo.
Hay una fotografía que me parece algo exagerada, donde se muestra a un perro grande, ahogado en una cerca de alambre al intentar escapar del ruido que producen los explosivos.
A pesar de todo lo que digan los amantes de los canes, la gente seguirá comprando y utilizando los juegos pirotécnicos durante la Navidad y Fin de Año.
Un buen consejo sería proteger a sus animales en cuanto se acerquen dichas celebraciones, habilitando algún refugio acolchonado que minimice la potencia del sonido, y otro, comprarle unas orejeras.
Recordad que, como dice el refrán estilo Pegaso: “El mamífero cuadrúpedo denominado canis familiaris es el óptimo camarada del Homo sapiens”. (El perro es el mejor amigo del hombre).